25 junio 2007

Un par de esquís

Tengo pendiente hacer una lista de las cosas que me hacen sentirme orgulloso de mi mismo. Todos debemos sacar el argentino que llevamos dentro en algún momento, es justo y necesario. Como ejercicio de memoria, de autoconcepto, y por puritito gusto.

Ya cerrando Junio, acercándome a mis 35, encontré otro momento que seguro va a la lista. En un lago al norte de Toronto, sentado en el muelle estuve viendo a mis amigos intentar aprender a hacer esquí acuático, repitiendo varias veces la misma secuencia: ponerse en posición, la lancha arrancaba, y el amateur en turno se volvía un garabato en el agua durante un momento antes de dejar ir la cuerda con frustración.

Para sorpresa propia y ajena, en mi primer intento logré poner los esquís paralelos, la lancha arrancó, y obedeciendo puntualmente las leyes de Newton, la fricción me sacó del agua y me mantuvo en la superficie. Ya luego le dimos toda la vuelta triunfal al lago. Un pequeño paso para el hombre, pero un buen levantón para el ego.

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