06 noviembre 2007

Democracia apiaira, o ‘Voto por voto, colmena por colmena’

Democracia apiaira, o ‘Voto por voto, colmena por colmena’

Ésta va para mi hermano Fausto, por una conversación que dejamos a medias. Un comentario sobre poder y democracia en el mundo de las abejas. Del libro “Animal Minds” (2001) de Donald Griffin, capítulo 10:

Digamos que eres una abejita trabajadora, inspiradora de sellos para recompensar a los alumnos de kindergarten laboriosos. Pero la crisis está dura, por más que vuelas a diestra y siniestra, llevas horas sin encontrar buen polen y las otras trabajadoras, las que se encargan de procesar la comida que traes al panal, te están mirando malencaradas, con las patas delanteras cruzadas y pateando el piso con rítmica impaciencia.

En eso, otra de tus compañeras exploradoras se para en el techo del panal, y comienza a hacer un complicado paso de conga con mucha enjundia. Tú y todas las otras abejas tienen que prestar mucha atención a la coreografía. Porque la danza apiara es su medio de comunicación, con tanta riqueza semántica como un mapa del metro.

Básicamente, la longitud de la coreografía indica la distancia del panal a la comida; el ángulo de la trayectoria descrita al bailar indica la posición de la fuente alimenticia, siendo el mismo ángulo que el ángulo entre la posición actual del sol y el objetivo descrito (es decir, no ‘apuntan’ a una dirección, sino la codifican de acuerdo a un referente de orientación). Finalmente, la energía del baile indica qué tan prometedor es el alimento de acuerdo a qué materia prima es más necesaria para el panal en ése momento.

¿Y qué tiene que ver esto con el poder y la democracia?

Pues bien, cuando un panal está saturado. La Reina decide que es momento de establecer una nueva colonia. Aquí suceden dos cosas interesantes. Una: las obreras comienzan a alimentar a ciertas larvas con un tipo de comida distinto. Y como resultado, algunas de ésas larvas no se desarrollan como obreras, sino como Reinas. La misma larva, que en cualquier otra circunstancia hubiera crecido para ser obrera, ésta vez es nutrida para convertirse, fisiológica y funcionalmente en un ser distinto: La Reina. No voluntad propia ni sed de gloria, sino porque eso es lo que la sociedad necesita.

Más de una larva se empieza a desarrollar como Reina, el viejo panal no puede arriesgarse a quedarse sin reina cuando la vieja parta a establecer una nueva colonia. Por ello requieren varias candidatas. Pero una vez que la primera Reina se ha desarrollado, su primera función es irrumpir en las cámaras de las otras reinas en desarrollo y asesinarlas. El panal no puede tener más de una Reina.

Y aquí es cuando el ejercicio de la democracia comienza:

La vieja reina y una parte significativa del enjambre salen del panal. Y comienza la búsqueda por un nuevo hogar. Mientras el grueso del enjambre se queda esperando, varias exploradoras van y buscan una cavidad suficientemente limpia, seca, segura y sin insectos, como para establecerse.

Al regresar, comienzan una danza similar a la que hacen para indicar comida, pero ahora claramente hablan sobre posibles refugios. Las distintas exploradoras bailan con distintos grados de excitación de acuerdo a la calidad del lugar encontrado. Varias exploradoras van a visitar los otros sitios descritos por sus colegas y al regresar “bailan” su reporte. Progresivamente, muchas cambian su baile para indicar la locación más idónea, aunque no sea la que ellas encontraron. Y en muchos casos, las abejas que se unen al baile del sitio ganador nunca lo han visitado. Se rigen por la información proveída por sus colegas. Finalmente, cuando la mayoría está bailando al mismo son durante un rato, La Reina y el enjambre se dirigen a la locación indicada a construir su nuevo hogar.

Los pacientes (demasiado quizá) investigadores, notaron que nunca una abeja que haya empezado a bailar sobre la localidad más deseable (y eventualmente ganadora) cambia a indicar otra menos deseable. Y las abejas que bailaban por un sitio menos deseable, o cambiaron su baile al que se refería al sitio más deseable, o simplemente dejaron de bailar.

Creo que en sus decisiones, la premisa de que lo que es bueno para la colmena es bueno para el individuo nunca entra en consideración. El individuo jamás es elemento en la ecuación. Cada abeja busca solamente lo que es mejor para la colmena.

Faltaría saber cómo logró la evolución producir un comportamiento tan complejo, cuáles fueron sus pasos intermedios. ¿Hubo algún Pericles de la democracia apiara hace veinte millones de años? ¿Dónde está su estatua de cera?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, pero la democracia es un engaño, eh. Las abejas están un poco estancadas, no?